Lo cierto es que el titulo para esta entrada no es lo que tenía pensado, pero es cierto que tal como llegue a casa parece que en lugar de subir el Montgo parece que me luche con el. Me metí dentro de una palmera y lo cierto es que lleguer lleno de arañazos, malla rota, pinchos en las manos...
Aún así, fué un excepcional entrenamiento el que hize junto mi amigo Vicente. Que no es cabezón...hasta que no hemos subido el Montgó no paró.
Solo había subido una vez pero en esta ocasión le dimos toda la vuelta, subiendo primero a la Cruz y luego a la cima. Resultó ser todo una aventura perdiendonos tres veces (senderos muy mal marcados). Ruta divertida, con muy buen tiempo y para repetir.
En la cima nos comimos el bocata que teníamos preparado, descansamos y otra vez.
En el apartado de fotografías teneis fotos de las magníficas vistas de la ruta.
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